A través de la historia, el engaño ha formado parte de las relaciones interpersonales que mantienen las personas, convirtiéndose en parte de la vida social de los seres humanos. De manera sutil, cobra sentido y permanece aliado a muchas relaciones. El engaño se ve como una escapatoria a la verdad. Se escoge engañar; decir o no decir, he ahí el dilema.
Engañar es faltar a la verdad en lo que se dice, se hace, se cree o se piense y pretender que alguien entienda por cierto lo que no lo es. Existen varios factores que pueden influir para que una persona engañe o mienta. Factores que ponen en jaque a la honestidad. Realmente el engaño a veces hace que la gente se escape de situaciones difíciles de la mejor manera posible. Si nos ponemos a pensar, en nuestra vida tienen que haber recuerdos de algunos sucesos en los que escogimos engañar. Ya sea por amistad, compasión, conflicto de intereses, beneficio propio, miedo, sufrimiento, necesidad, deseos, placeres: se engaña.
He escuchado a personas decir que el engaño está justificado. Incluso, que es necesario para poder mantener relaciones cordiales con los demás. Por ejemplo, si alguien que está contento respecto a la manera en que se viste, y a uno le parece de mal gusto, y se nos pregunta nuestra opinión... ¿Qué haríamos? Hay dos opciones, decirle a la persona que luce bien (pensando en no lastimarla), o decirle que nos parece desagradable la ropa. Aunque se busquen con calma las palabras, para tratar de decirlo de la mejor forma posible, la realidad es que ignoramos la reacción que va a tener la persona en ese preciso momento. Ahí es cuando el miedo o la preocupación de lastimar, en algunas ocasiones, nos hace recurrir al engaño. Viéndolo así, hasta parece un asunto ético.
Existen muchos ejemplos de sucesos por los cuales engañamos, y así también, existen muchas versiones respecto a si está bien o no, si es correcto o incorrecto. Sin embargo, la realidad es que cuando uno se acostumbra a evadir o suprimir la honestidad, sería bueno reflexionar acerca de la persona en que nos estamos convirtiendo. Nadie está exento del engaño, eso es un hecho, ya sea a menor o mayor escala y por razones que parezcan justificables o injustificables.
Ante esto, se debe recordar que la realidad del asunto es que el engaño daña, corrompe, deteriora y anula las relaciones, porque somos seres sociales, que en toda esfera dependemos de las relaciones con los demás. Tomando esto en cuenta no se debe perder de perspectiva que ya sea una amistad, una relación de trabajo, un noviazgo o un matrimonio, lo que nutre, mantiene y fortalece es la confianza. Una vez eso se rompe, es difícil recuperar el camino recorrido. Además, el dolor que se siente al ser engañado, para muchas personas es muy difícil de tolerar, ya que no resulta fácil entender como una persona en la que se confiaba fue capaz de engañar. La desolación, desesperación y la frustración se apoderan de ese ser. Etapas que se superan poco a poco teniendo al tiempo de aliado. Por lo tanto, esta en nuestra toma de decisiones lo que vamos a elegir. Cada quien es responsable de sus acciones o inacciones. Pero será bueno recordar, que la vida no debe convertirse en un paquete de engaños, porque eso tiene como resultado que quedemos atrapados en nuestras propias mentiras y engaños, de manera tal que se distorsiona la manera en que percibimos el mundo y nos relacionamos con los demás.
Engaño... un mal que se quiere justificar como necesario. Sin embargo, como dijo Abraham Lincoln "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo. todo el tiempo".