Haciendo una importante reflexión en medio de la vida tan agitada que llevamos, me he percatado que además de que en la actualidad dejamos pasar por alto los detalles más importantes de la vida, en general, también nos hemos alimentado hasta más no poder de eso llamado insensibilidad. Cada día nos sumergimos más en toda una serie de problemas, los cuales afectan todas las esferas de nuestra vida: lo mental, social, económico, familiar, y hasta espiritual.
Realmente al ver o leer noticias, al hablar con las personas, al detenerme a observar, me percato que nuestra sociedad va en camino acelerado que conduce a más y más problemas. En ocasiones me desespero al ver tanta injusticia, tanta crueldad, tanta indiferencia que arriba desde donde no debería: la humanidad. Vivimos en una constante contraposición, entre lo que decimos y lo que hacemos, entre lo que sentimos y lo que procuramos vivir.
Me maravillo con la facilidad tan natural con la que nos acostumbramos a vivir en un momento histórico donde predominan los abusos, las matanzas, el egoísmo, las adicciones, la falta de tolerancia y solidaridad, en fin un lugar donde abundan los problemas sociales y emocionales. Pero el caso empeora con el hecho de que en vez de poner nuestras mentes en un análisis exhaustivo, y poder ser parte de la solución, le compramos el cuento a la impotencia, a la apatía, a la mejor opción aparente, esa que utilizan los inadvertidos: el quedarnos sentados criticando y juzgando, sin siquiera aportar un poco de ese coeficiente intelectual que se tiene.
Me sorpredo del poder que se tiene para sentirse orgulloso de los títulos que se poseen, pero a la hora de la verdad todo se queda unido a un clavo, pegado a una pared, que no compone mas que un trofeo imaginario en el mundo de los que aluden grandeza, sin darse cuenta que la grandeza esta en los actos, en las acciones que en conjunto provocan una realidad distinta, no importa en que grado, sino que se comience por alguna parte, para lograr modificar en alguna medida la trifulca constante en la que vivimos. Ante esto, me parece que una pregunta que verdaderamente cobra sentido es: ¿Estamos razonando sobre nuestra vida, la manera en que actuamos, y la importancia de las acciones o inacciones que decidamos elegir?
Cada cual resuelve sus necesidades como mejor cree y más que nada, como mejor las circunstancias lo dejan desarrollarse, pero considero que se ha perdido lo principal del ser humano, su esencia, ese propósito que hace que su vida cobre sentido, que marche con un fin, porque estamos convirtiéndonos en seres adaptados, sí, adaptados a vivir en un mundo donde se determina de antemano quien sobrevive, quien tiene derechos sobre quien, cómo se moldean los recursos a cuesta de mucha gente.
Considero que mientras nos detenemos a juzgar a algunos, pasan desapercibidos muchos otros que tienen en sus manos el destino de toda una sociedad, pero es así por ese desinterés que predomina, por ese desgano que interrumpe nuestras vidas en cada momento. Solemos pensar que no tenemos la capacidad, fuerza, valentía, para lograr realizar cambios, pero me pregunto yo, ¿quien nos ha hecho creer eso? Cómo nos hemos dejado convencer y permitimos que nos digan de lo que somos capaces, cuando nuestras capacidades son ilimitadas, cuando verdaderamente se tiene el empeño y una meta fija.
Además, también me cuestiono el hecho de que somos capaces de ver a los demás por encima del hombro, cuando se ven diferentes a nosotros, como si nuestros propios prejuicios son los determinantes de la percepción errónea y a veces muy alejada, del verdadero matiz del interior de los demás. Pero que equivocados estamos al no darnos cuenta que lo que vemos en la calle, esos problemas sociales que nos destruyen cada día, no son más que el reflejo intacto de lo que llamamos sociedad. Somos un colectivo, y en vez de buscar individualidad a una problemática que de individual no tiene más que la responsabilidad que decida asumir cada cual, deberíamos analizar y explorar que se esta haciendo por alcanzar ese tan anhelado bien común.
Quizás en la búsqueda de esto, se fracase en algunas decisiones, pero tengo la seguridad de que el resultado final, provocará bienestar en un mundo cada vez más necesitado de espíritu de lucha, exento del conformismo, apatía y desinterés que nos caracteriza cada vez más. Nada más hay que observar y dejarse motivar por la gente que ya esta colaborando con el cambio. ¡Manos a la obra!